Fausto Ovalle
Sábado 27 de Febrero de 2010 16:26

Conforme cae la noche, en las esquinas de la avenida Revolución y por la calle Sexta se comienza a mirar a un grupo de personas deambular de arriba abajo.

Los distinguen tenis deportivos recién comprados, pantalones de mezclilla, gorras de equipos deportivos, sudaderas nuevas y en la bolsa de atrás del pantalón un bulto que es un radio con la frecuencia de la Policía Municipal.

Los agentes encubiertos entran a los diferentes bares que hay en la avenida, inspeccionan que no haya menores de edad o personas drogándose, y minutos después continúan con sus rondines.

polisCuando se acercan las 2 de la mañana, límite para que los antros cierren, los oficiales se apostan en grupo en la avenida Revolución y después se disgregan colocándose a la entrada de los bares, en acecho de que los jóvenes comiencen a salir.

Es el tiempo límite, las 2 de la mañana, las personas comienzan a salir de los antros e inicia una movilización policiaca encabezada por el director de la Policía Municipal de Tijuana, Gustavo Huerta, con su séquito de escoltas encapuchados y al menos 8 patrullas de la zona Centro.

Los agentes encubiertos de inmediato toman del cuello a aquellos jóvenes que salen con un vaso de cerveza y los remiten a una de las patrullas que los están esperando.

Por su parte, el director Policiaco se estaciona a media calle y sus escoltas comienzan a correr a las personas que se encuentran en la banqueta, la orden es: "no puedes estar en la vía pública".

Las detenciones continúan y las patrullas comienzan a llenarse. De inmediato las quejas surgen: "yo no estaba tomando en la vía pública", "por eso los matan", "yo no hice nada", "pinches placas, culeros".

Por su parte, los agentes esposan a los detenidos y entre ellos comienzan a murmurar y a criticar algunas de las detenciones arbitrarias ordenadas por el llamado 01. "Pero son órdenes", insisten.

A la sección patrullas

La calle Sexta comienza a lucir despoblada alrededor de las 2 y media de la mañana. La limpieza ha concluido y el director policiaco se va del lugar, e inicia el traslado de los detenidos a la sección patrullas en la Zona Norte.

Las mentadas a los agentes continúan en la parte trasera de las patrullas: "por eso los matan a esos hijos de su puta madre", "por eso no hay turismo en esta ciudad", "no estaba haciendo nada". Aquellos revoltosos reciben cachetadas de los oficiales o un apretón más de las esposas.

Después uno por uno van pasando ante el juez calificador, que puede ser Ricardo Alberto Macedo, quien escucha de un agente que estaban tomando en la vía pública y de inmediato da la orden de 10-15, o sea detenido.

Aquellos que no aceptan que estaban tomando en la vía pública, el juez cambia la tarjeta, escribe que su falta administrativa es deambular en estado de ebriedad y la orden es similar, 10-15.

-"Oiga, jefe", se escucha una voz entre el grupo. Es un detenido que se dirige a un agente encubierto. Le dice que le haga un paro y después comenta a los otros detenidos que le había dado mil 200 pesos.

El agente encubierto va con el juez, platican y posteriormente el conocido es liberado.

Los otros, al poco tiempo, son trasladados a la Estancia Municipal de Infractores. Algunos pagan los 350 pesos de multa, los menos, el resto se queda sus doce horas de sanción.

¡Qué buena fiesta en la Sexta!, no faltará quien diga en la celda que poco a poco se va llenando de más personas detenidas por deambular en estado de ebriedad o tomar en la vía pública.

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